Vuelta a casa…

Sonó el despertador temprano, sabíamos que el viaje estaba llegando a su fin aunque había un duro dia de vuelta con miles de kilómetros por recorrer...
El día era triste, llovía y en el alma sentiamos una gran tristeza de abandonar este país, que nunca habíamos pensado que nos marcaría tanto, especialmente a Ángela…
Nos arreglamos, cogimos el metro hasta la estación y allí esperábamos al tren para ir al aeropuerto. Habíamos decidido irnos pronto al aeropuerto para realizar las últimas compras (que aunque parece que no, aún quedaban pendientes…) y cambiar los yenes que nos habían sobrado.
Una vez en el tren, sabiamos que esto se acababa, ya que si habíamos visto pocos occidentales durante el viaje, en el tren éramos la mayoría.

De camino al aeropuerto, ocurrió. Frenada de emergencia!!!!! ¡¿Qué pasa?!
Estábamos en una estación, en la cual no teníamos que parar… De repente, revisores corriendo de un lado a otro, gente con la boca abierta, gente señalando… y si… había ocurrido lo que tantas veces habíamos oído: un suicidio. Con gran rapidez acudió el servicio médico, policías pero la vida de aquel hombre no pudo ser recuperada…
Tras perimetrar el accidente, y recoger todas las pruebas, aproximadamente pasaron sobre 50 minutos, continuamos el camino al aeropuerto. Si había silencio y sorpresa en los pasajeros, y posteriormente se empezó con el agobio de no llegar a tiempo al vuelo. Nosotros aún contábamos con tiempo, bastante justo pero había gente que no estaba con el tiempo a favor.

El resto del viaje se hizo angustioso por el agobio…
El sprint final que hicimos todos los pasajeros, con las maletas, con los papeles, no lo olvidaremos en la vida…
Nunca había corrido tanto y lo malo que la facturación estaba en la 4º planta (a quién se le ocurre?!!!!) y nosotros estábamos en el sótano!!!!

Llegamos justísimos, control rápido, compramos una japonesa para colgarla en el coche, una coca-cola haciendo relevos y directos al avión para enlairarse…

Escala en Moscú y tras todo el día de viaje, llegamos a nuestra casa con gran euforia con todo lo que habíamos vivido. Reposamos el jetlag maldito y así concluyó nuestro viaje.

payasos en acción

Japón nos ha aportado mucho; sorpresa, ilusión, experiencias, valores e incluso amig@s, algunos de los cuales medio año después hemos podido disfrutar en Valencia y esperamos volver a verlos y estar con ellos pronto.
Sin duda, nos encantaría volver a explorarlo; fueron unas grandes vacaciones y descubrir el continente asiático, del cual estamos enamorados.

Domo arigatogozaimashita